La nueva (triste) realidad de Barnes y Bogut

Ya suman más derrotas que en toda la temporada pasada

Harrison Barnes, Nil Alemany (SB)
Harrison Barnes, ante una situación desconocida/ Nil Alemany (SB)

Tras esta última jornada, los Dallas Mavericks se han convertido en el equipo con peor récord de la NBA. Las bajas importantes de Harris, Williams, Barea y Nowitzki junto con el bajo rendimiento de jugadores que deberían ser importantes como Wesley Matthews o Dwight Powell son los principales causantes de una situación que, si bien no debe agradar a nadie, tal vez debe ser especialmente duro para dos jugadores: Harrison Barnes y Andrew Bogut.

Y es que los dos exjugadores de los Golden State Warriors han pasado de jugar dos finales consecutivas (y de vencer en una) a escuchar voces de reconstrucción. Pero más llamativo resulta si nos basamos en los números. Si todavía no se han dado cuenta, Barnes y Bogut, a día de hoy y con la derrota ante Orlando, llevan más derrotas con los texanos de las que habían sumando con los de Oakland en toda la liga regular (tras batir el récord con una marca de 73-9). El día y la noche.

Ambos jugadores escogieron Dallas este verano —vía trade y vía agencia libre— por su gen competitivo y su capacidad de luchar por los PlayOffs año tras año y, además, ellos están cumpliendo con los roles que se les exigían. Harrison Barnes ha sabido ser el líder de los Mavs sin Dirk Nowitzki y fue un muy buen segunda espada en los pocos partidos que estuvo el alemán; aunque el alero lleva dos encuentros (seguidos) más desacertado de cara al aro. Habrá que ver si es problema de saturación mental —está muy solo en ataque—, cansancio —ronda los 40 minutos por partidos— o que ese nivel no era real y era inaguantable. Por otro lado, Andrew Bogut está siendo el ancla defensiva siempre que Carlisle no apuesta por el small-ball; es el máximo reboteador del equipo y ayuda con su intimidación a la defensa. Pero, como Barnes, está muy solo en sus tareas teniendo como compañero en el juego interior, casi siempre, o a un alero reconvertido o a Dirk Nowitzki.

No se les puede pedir mucho más a dos de los fichajes más destacados del verano texano, están cumpliendo con sus cometidos prácticamente sin ayuda.