Quién nos hubiera dicho que Kelly Olynyk iba a estar a estas alturas de su carrera en un momento tan dulce. Criticado por lo errático de su tiro, su mala defensa y su falta de carácter, nos dejaba la sensación de que tenía calidad para mucho más de lo que estaba demostrando. Un verano con Preolímpico incluido le vino de perlas para no perder ritmo competitivo y seguir mejorando a las órdenes del equipo técnico de Boston.
El resultado, un acierto en triples como nunca antes, mucha más movilidad y mejor colocación tanto adelante como atrás. Si antes veíamos que jugadores mucho más pequeños lo apartaban de la zona y le cogían rebotes, ahora el canadiense pelea los balones mucho más y con un punto más de físico e intensidad, podría promediar números mucho mayores. Aún le queda un gran camino para ser un gran jugador pero está en el camino correcto tras más de dos años enterrado en la rotación y sin aprovechar las opciones que tenía ante las lesiones.
Final de año y verano clave para Olynyk ya que tiene que confirmar las grandes sensaciones exhibidas durante lo que llevamos de temporada y demostrar que se merece que no le metan en un traspaso y que merece muchos dólares. Ofensivamente es el arma perfecta para abrir el campo y hacer que la bola se mueva de dentro a fuera, le faltan por pulir tiros en movimientos y bandejas con oposición pero en mi opinión es un tema que arreglará si consigue trabajar las piernas y coordinación durante el siguiente verano.
Ya le llueven halagos y es muy querido en la parroquia Celtic, veremos si se queda en un buen jugador de rol o es capaz de mejorar hasta un jugador de 20-10 como ya apuntó en su momento Tommy Heinsohn, leyenda de los Celtics, hace varios partidos.
