El mundial de Ricky Rubio

El base de El Masnou ha sido el mejor jugador del torneo

La selección española culminó un Mundial en el que ha ido de menos a más con su segundo oro en toda la historia. El campeonato mundial de 2006 de Japón había permanecido grabado en la memoria de todos los aficionados, y tendrían que esperar 13 años más para volver a conseguir un oro en un Mundial. En ese torneo, aún no estaba presente Ricky Rubio, que hacía menos de dos años había debutado en ACB con a penas 14 años.

El base formado en el Joventut de Badalona hizo su gran primera aparición con la selección en 2008, en una final de unos Juegos Olímpicos frente a los Estados Unidos, una selección que bien poco se parecía a la que llevaron esta temporada al Mundial. Desde su debut como profesional, Rubio fue considerado como uno de los encargados de hacer grande al baloncesto español, y aunque seguía siendo algo demasiado pesado para un jugador tan joven.

11 años más tarde, Ricky Rubio ya se ha consagrado como uno de los bases más talentosos del mundo, reconocido en todo el mundo y con una carrera establecida en la NBA. El pasado verano firmó un nuevo contrato de más de 15 millones de dólares con Phoenix Suns para convertirse en la nueva brújula de una franquicia que necesitaba un base de calidad como agua de mayo. Y lo que es más importante, 11 años después ha terminado de culminar esa promesa que hizo al mundo cuando fue presentado en sociedad.

De vuelta en Pekín, en el mismo lugar donde se dio a conocer al mundo como una de las grandes promesas del baloncesto español. Él ha sido el más regular en un torneo donde España no era la favorita, ni mucho menos. Ha liderado a la selección desde que se llevó a cabo la primera concentración en Benahavís. “Este va a ser mi mundial”, dijo Rubio antes de que diera comienzo la competición.

Así lo ha sido, y Rubio se ha llevado el reconocimiento que merecía. MVP del campeonato, así como miembro del mejor quinteto. Ha promediado 15,9 puntos, 6,4 asistencias y 4,3 rebotes, dejando en la final unos números totales de 20 puntos, 7 rebotes, 3 asistencias, 19 de valoración y 6 de 11 en tiros de campo. Al finalizar esta locura de campeonato que ha llevado su nombre y apellidos, no pudo evitar acordarse de su madre, fallecida hace tres años a causa de un cáncer de pulmón, y uno de los motores que le han hecho llegar hasta donde ha llegado.

“Perdí a mi madre hace tres años. Ella estaba detrás de mí y me ha empujado todos los días para sacar lo mejor de mi. Sé que no hay nadie en este mundo que me quiera más que ella. Incluso si ella no está aquí, la siento”.