El Little Caesars Arena afronta un inicio tenso

El pabellón reunirá a dos aficiones enfrentadas

El nuevo hogar de los Detroit Pistons. Wikimedia Commons (CC)

«Detroit, it’s a big word», decía la promo que los Pistons hacían a principios de la temporada pasada para anunciar la nueva temporada de los Pistons, la que acabaría siendo la última en el Palace de Auburn Hills, para dar paso al Little Caesars Arena. Y no anda desencaminado, el lema. Detroit es una de las ciudades que mas ha vivido, indiscutiblemente. Desde que comandantes franceses a principios del siglo XVIII lo bautizaran, la ciudad ha vivido épocas de gloria y épocas en la mas absoluta pobreza. Y no solo en lo económico. Los problemas sociales han estado a la orden del día en Michigan, y Detroit ha sido uno de los principales focos de discriminación racial, reyertas y purgas.

El problema del racismo es uno de los temas principales que afecta a la sociedad estadounidense durante estos tiempos, y en Detroit no están alejados del tema. La Motown ha sido y es una ciudad eminentemente negra, mas del 80% de la población es negra o afroamericana, pero la discriminación se palpa en el ambiente, según personas que viven en la ciudad.

Detroit es una de las ciudades mas potentes en lo que a deportes se refiere. Tanto los Pistons, como los Tigers, Lions Red Wings e incluso las Detroit Shock, el equipo de la WNBA que se fue de la ciudad, han ganado campeonatos nacionales y han marcado una época en sus respectivos deportes. Pero eso no ha hecho que la ciudad no se cohesiones, o por lo menos no lo ha hecho con dos aficiones.

Cuando los Pistons anunciaron que se mudaban a Detroit, todo parecía de color de rosa, pero hay un trasfondo que ya no es tan agradable. El pabellón, el Little Caesars Arena, sería compartido con los Red Wings. La afición de los Detroit Red Wings es de raza blanca, y muchos nos son demasiado complacientes con aquellos que no son de su misma color, y el hecho de que ahora tengan que compartir pabellón con un equipo de la NBA no parece haber levantado demasiada simpatía. El Little Caesars Arena se ha construido con una voluntad deportiva, pero también esconde un transfondo de voluntad integradora, en la que dos aficiones deberán compartir pista y asiento.

No ayudó tampoco que el pabellón se estrenara con la actuación de Kid Rock, un famoso cantante de Detroit que ha levantado muchas críticas por haber lucido la bandera confederada en diversas ocasiones, aunque él se haya querido distanciar del significado de la bandera. El artista también ha criticado la postura de del quarterback de los San Francisco 49ers Colin Kaepernick. Pese a eso, Kid Rock dijo lo siguiente en un concierto en Grand Rapids:

«Amo América. Amo Detroit. Y amo a la gente afroamericana».

Las señales difusas del cantante no han sentado bien a la población de Detroit, y muchos colectivos han pedido la cancelación de sus conciertos de manera infructuosa.

No es un buen comienzo para el estadio mas moderno e innovador de la NBA, que pretende ser ejemplo a seguir en la competición y en el país. Veremos si el futuro deportivo y social se unen en el éxito y la prosperidad y superan sus barreras discriminatorias.