A pesar de todo, los Jazz siguen en la brecha

Con Hayward en Boston el mensaje no cambia

rodney hood
Nil Alemany (SB)

La marcha de Gordon Hayward dice mucho de cómo la NBA y sus estrellas ven Utah, y es que a pesar de que los Jazz hicieran todo lo posible para convencer a su jugador franquicia de que se quedara, el All-Star se marchó a los Celtics dejando en el camino muchos millones de dólares. A pesar de ello, toca seguir compitiendo, y aunque sus grandes rivales del Oeste se han reforzado aún más, en Salt Lake City todavía tienen un sólido bloque y algunas caras nuevas que encajan perfectamente con su cultura.

Nadie va a reemplazar a Hayward. El ahora jugador de Boston se convirtió en una estrella en Utah y a nadie le sorprendió que media liga se peleara por sus servicios. Por los motivos que fueran, que no quería ser el único referente, o que quería reunirse con su entrenador en Butler, Brad Stevens, Hayward decidió abandonar a un equipo de Playoffs construido alrededor de sus talentos – y los de Rudy Gobert – para marcharse a un candidato a todo en la mucho más débil Conferencia Este. Sin embargo, no hay otra alternativa que la de reponerse y redoblar la apuesta por una de las mejores defensas de la liga y una prometedora combinación de jóvenes y veteranos que el año pasado apuntó alto.

Cuando el proceso de reconstrucción de los Jazz comenzó al mandar a Deron Williams a los Nets hace ya unos cuantos años, el plan no estaba muy claro todavía. Paul Millsap, Al Jefferson o Devin Harris eran demasiado buenos como para hundirse en la clasificación en busca del número uno del draft, pero tampoco eran lo suficientemente talentosos como para pasar de la primera ronda de los Playoffs. El siguiente paso fue dejar ir a todos esos veteranos en el punto álgido de su carrera y darle las riendas de la franquicia a Hayward, Derrick Favors, Enes Kanter y Alec Burks, entre otros. Los dos últimos no han funcionado, y el segundo ha terminado por no despuntar como se esperaba, pero la irrupción de Gobert ha solucionado esos imprevistos y ha terminado por otorgar a los Jazz una identidad única necesaria para hacerse con un sitio en un Oeste repleto de grandes equipos.

No se ha podido disfrutar por mucho tiempo de lo que un equipo armado en torno a Gobert y Hayward podría haber conseguido, aunque en su segundo intento, el año pasado, los Jazz obtuvieran 51 victorias, un título de división y eliminasen a los Clippers en primera ronda de los Playoffs. Tanto Warriors como Thunder y Rockets parecen aún más temibles que en la temporada anterior. Los Timberwolves se han convertido a candidatos, y los Trail Blazers deben ser mejores. Los Spurs siguen siendo los Spurs y los Clippers mantienen un formidable bloque aun tras perder a Chris Paul. Pelicans tendrá un verano entero para que DeMarcus Cousins y Anthony Davis puedan funcionar juntos, y Nuggets añadió a un increíble ataque el liderazgo y la versatilidad de Millsap. Grizzlies siguen contando con gran parte de sus estrellas y uno de los mejores entrenadores en toda la NBA. En resumidas cuentas, los Jazz lo van a tener mucho más complicado este curso, y probablemente nada hubiese cambiado si contasen todavía con Hayward.

El margen de mejora en Utah siempre iba a estar condicionado al desarrollo interno de sus jóvenes talentos. Además del salto que dieron la temporada anterior Gobert y Hayward, Favors, Rodney Hood, Dante Exum e incluso Burks, mantenían y mantienen la llave que abre el destino de la franquicia del estado mormón. Por esa puerta no va a aparecer ningún agente libre que vaya a cambiar la situación de la noche a la mañana, y sería muy complicado armar un traspaso por un nombre como en su día lo fue James Harden para los Rockets, a sabidas cuentas de que es poco probable que acepte quedarse después – y sobretodo si los Jazz deben desprenderse de gran parte de sus piezas para adquirir sus servicios -. La transformación de Gobert en una estrella ha permitido al resto de promesas pasar desapercibidos, pero ahora es su momento. Los Jazz han añadido también al espectacular Donovan Mitchell en el draft, sacrificando una de dichas promesas, Trey Lyles, que todavía no se han convertido en realidad. El nuevo rookie pinta muy bien, pero de momento la realidad es que el hueco dejado por Hayward lo tienen que llenar esos nombres que han apuntado maneras, como Hood, y que deben demostrar que pueden ser importantes.

Ante la imposibilidad de dar bruscos giros de timón Utah ha reforzado los márgenes con veteranos en contratos cortos, como el base español Ricky Rubio, el MVP de la pasada Final Four de la Euroliga, Ekpe Udoh, el suizo Thabo Sefolosha o el sueco Jonas Jerebko. Los Jazz podrían haber ofrecido realisticamente mejores jugadores que los que recibieron Clippers y Pacers por Chris Paul o Paul George, pero nadie en su sano juicio hubiera creído que ninguno de ellos hubieran querido ir a Salt Lake City. Los fichajes finalizados son el plan A porque las estrellas no vienen a esta parte del país. Todos ellos son jugadores experimentados, con algo que demostrar, pero también con un rol muy definido que, en principio, les vendrá como anillo al dedo. La adición de Mitchell garantiza el futuro a medio plazo si el proyecto no sobrevive a la marcha de Hayward y Exum o Hood no dan el siguiente paso en su evolución. Favors parece que se ha quedado estancado, pero eso también podría permitir que pudiera renovar a un coste mucho más asequible.

Sin Hayward Utah no está armado para competir contra Warriors o Rockets, aunque tampoco es impensable que con él lo estuviesen. Sin embargo este año es igualmente importante porque permitirá a dirección y aficionados comprobar si es posible construir alrededor de Gobert y una defensa asfixiante. No en vano, excepto Jerebko, que reemplaza a Lyles básicamente, todas las adiciones son especialistas en defensa. Cuando los otros equipos hacen zig parece que los Jazz hacen zag. Si no funciona, Utah puede volver a empezar de cero sin problemas en dos temporadas, cuando sólo el pívot francés, los dos novatos del reciente draft y el australiano Joe Ingles tendrán contrato con la franquicia.

Los Jazz no son sobre el papel miembros del primer o segundo escalafón de equipos en el Oeste, pero al reconstruirse en marcha – retool, que no rebuild – tienen la ventaja de mantener prácticamente el mismo bloque sin necesidad de tener que hacer grandes cambios en el esquema, como por ejemplo Rockets, Thunder o Timberwolves probablemente. La sustitución de George Hill por Rubio no cambia mucho la película, ya que el ahora miembro de los Kings se pasó gran parte del curso anterior lesionado y hace dos años los Jazz sobrevivieron a pesar de no tener un base en condiciones. Hood, Ingles, Favors y Gobert son el mismo quinteto más o menos desde hace dos años, y Joe Johnson ya demostró en su primera temporada en Salt Lake City tener gasolina en el depósito. El único cambio será mental, probablemente, pero donde unos ven crisis otros ven oportunidad y hombres como el mismo Hood o Burks, o incluso el novato Mitchell deben tomar el reto de reemplazar a Hayward por los cuernos y convertirse en nombres importantes.

A pesar de todo en Utah han sido inteligentes, de nuevo, como para tratar de seguir compitiendo ahora con Gobert como referente y mantener las puertas abiertas a un cambio de rumbo si las cosas salen mal, en 2019. El margen de error es pequeño en un mercado como el suyo y la dirección lo sabe. El principal problema es una división donde los cinco equipos podrían perfectamente acabar en Playoffs, pero no hay marcha atrás de momento y los Jazz pelearán ahora, y más tarde, por seguir en la élite.