Análisis de temporada 2016-17: Minnesota Timberwolves

Un año más sin premio

Tom Thibodeau era la nueva esperanza para los Minnesota Timberwolves, pero habrá que tener paciencia para ver resultados - Keith Allison (CC)
Tom Thibodeau era la nueva esperanza para los Minnesota Timberwolves, pero habrá que tener paciencia para ver resultados – Keith Allison (CC)

Irregularidad e inexperiencia, una mezcla explosiva

La temporada de Minnesota Timberwolves arrancaba con las ilusiones por las nubes, la expectación a flor de piel y unos objetivos marcados muy claros, cortar la sequía y llegar de una vez por todas a la postemporada después de más de una década si pasar del mes de abril. La explosión definitiva a finales de la campaña anterior de Zach LaVine le colocaba ya a la altura de sus otros dos jóvenes compañeros, Karl Towns y Andrew Wiggins, formando un Baby Big-Three que generaría tantas dudas como expectación a su alrededor. Por primera vez desde la era Garnett, los ojos a nivel nacional estadounidense se posaban en los Timberwolves. Además, durante el verano se había destituido a los interinos Sam Mitchell y Milt Newton como entrenador y jefe de operaciones respectivamente, contratando a un solo hombre para ocupar ambos cargos muy al estilo Doc Rivers, Tom Thibodeau. Un equipo ofensivamente sobrado con el mejor entrenador de la NBA a nivel defensivo para ayudarles a crecer en ese aspecto… ¿qué podía salir mal? Todo; o casi.

El inicio de la temporada fue fulgurante, con un nivel ofensivo al nivel de la élite de la liga, el mejor porcentaje desde la línea de tres, un Wiggins desbordante desde todas las posiciones, Towns confirmando las grandísimas sensaciones dejadas en su año rookie… durante los primeros 24 minutos de los partidos. El apagón de los terceros cuartos era tan descomunal que el equipo era el 1º de la NBA en la primera mitad y el 30º en la segunda, dejando escapar ventajas de +20 o incluso +30 casi a diario. Ríos de tinta corrieron sobre este tema, sobre sus posibles causas, mientras Thibs entonaba el mea culpa una y otra vez; aunque soltando recados a los «cracks» para que se pusieran las pilas no solo en ataque, sino sobre todo a nivel defensivo. En este primer tramo de temporada se notó en muchas ocasiones como el complejo entramado defensivo ideado por Thibodeau no entraba en la cabeza de los inexpertos Wolves y estos cometían errores infantiles una y otra vez, dejando escapar muchos puntos por el camino y colapsándose en algunos momentos. A nivel de resultados, más por demérito de la Conferencia Oeste que por méritos propios, los PlayOffs nunca se vieron como un imposible, pese a que la cruda realidad empezaba a verse en las pupilas de los aficionados; llorosas de frustración y desengaño una vez más.

Con el paso de los meses se empezaba a dirimir uno de los principales problemas que arrastraría el equipo durante todo el campeonato, un banquillo inexistente. Kris Dunn llegaba como teórico favorito a llevarse el ROY según sus propios compañeros de camada, pero ha terminado siendo un año muy complicado para él. Muhammad empezó con la mirilla desviada y a Bjelica, que era al que más confianza tenía Thibs, le costó ganarse ese sitio al inicio de campaña. A causa de eso y los malos resultados y sensaciones que daba el equipo en momentos puntuales (tercer cuarto mayoritariamente), muchos rumores de traspaso empezaron a sonar en la franquicia, siendo Ricky Rubio una vez más el centro de atención principal y estando a punto de salir en el día del cierre de mercado a cambio de Derrick Rose; aunque finalmente eso no sucedería (bendito acierto el de Thibodeau tirando atrás esa operación). Para más inri, a inicios de febrero se había producido una de las circunstancias que marcarían el resto de la temporada de Minnesota Timberwolves, la lesión de larga duración de Zach LaVine.

Con los PlayOffs cada vez más lejos, la lesión de LaVine, el inmovilismo durante el trade deadline y las sensaciones irregulares (potencial de ser un equipo grande durante muchos minutos para luego caer en picado hasta hacer prácticamente el rídiculo) la frustración volvía a apoderarse de todo aficionado a Minnesota Timberwolves. Sin embargo, paradójicamente, con la lesión de LaVine llegaron los mejores partidos de la franquicia en esa temporada. Quizás por el hecho de tener un «agujero» defensivo menos que tapar, quizás por la adaptación paulatina del equipo al estilo Thibs o viceversa, quizás por la explosión increíble de Ricky Rubio… seguramente gracias a todo un poco, los Wolves demostraron que todavía no habían tirado la toalla y firmaron un mes de febrero y principios de marzo muy destacable. Bazz y Bjelica habían cogido finalmente las riendas de la segunda unidad y el efímero paso de Lance Stephenson también animó mucho a los suplentes, siendo finalmente Omri Casspi el que le sucedería (aportando mucho menos, eso sí).

Pese a todos estos cambios y las buenas sensaciones, la postemporada no estuvo nunca más cerca de dos o tres partidos de distancia y tanto Nuggets como sobre todo Blazers se mostraban un paso por delante en esas aspiraciones, dejando sin hueco posible a los Timberwolves. Así, con el paso de los partidos y las opciones cada vez más remotas, apareció el famoso tanking, ese dejarse llevar pensando más en el desarrollo que en los resultados, en cuidar a tus estrellas más allá de si eso significa una W más o menos a final de campaña.

La estrella: Karl Towns

El jugador franquicia de Minnesota Timberwolves, Karl Towns, ha tenido un año 2016-2017 totalmente excepcional, recibiendo alabanzas de propios y extraños dado el gran nivel que ha demostrado durante la temporada. A nivel ofensivo ha hecho gala de muchos y variados recursos que le hacen ser un peligro tanto dentro de la zona pintada como desde el triple, siendo también muy fiable desde el tiro libre. Además, este año ha mejorado también mucho su visión de juego, un dato más que importante dados los muchos 2vs1 que recibía, sobre todo en el tramo final de la campaña. Sin embargo, también se ha notado que debe mejorar y también poner más esfuerzo por su parte en el apartado defensivo, pues tiene cualidades para brillar pero muchas veces ha pecado de relajación, inmadurez o falta de ganas para generar a partir de la defensa (ha sido la tónica general del equipo). La redacción de Minny Howl valora la temporada de Karl Towns con un 8.9 sobre 10.

La explosión: Ricky Rubio

Ricky Rubio empezó la temporada muy fuera de lugar. Durante el verano había fallecido su madre, la persona más importante de su vida seguramente, y además los Wolves habían drafteado a otro base más, el que teóricamente le quitaría ya definitivamente el puesto de titular una vez estuviera hecho a la NBA. Jugaba poco y mal, con malos números y sin tirar bien, como siempre. Los rumores de traspaso volvían a surgir y se le notaba incómodo, pese a que no dijo nunca una mala palabra hacia la franquicia. Sin embargo, seguía siendo el mejor defensor del equipo (no es que hiciera falta ser Tony Allen viendo el nivel de sus compañeros) y también el máximo asistente y el único que generaba ofensivamente con criterio. Al final, con la lesión de LaVine, tuvo que coger más galones y demostrar porqué es ya uno de los veteranos de Minnesota Timberwolves; y vaya si lo demostró. Su último tramo de temporada fue totalmente escandaloso, firmando récords de su carrera partido tras partido y superándolos constantemente; además de lanzar mucho más y con muchísima más eficiencia a canasta. Por fin el Ricky que todos los aficionados soñaban había llegado; ahora falta ver si esta nueva versión será la definitiva o volverá a ser el Ricky «simplemente» asistente de siempre. La redacción de Minny Howl valora la temporada de Ricky Rubio con un 8 sobre 10.

La incógnita: Zach LaVine

Bien podríamos colocar en esta categoría a Andrew Wiggins, pues su evolución ha sido más bien poca y cada vez genera más dudas. Sin embargo, hemos querido centrarnos en Zach LaVine precisamente por la dura lesión que ha sufrido de la que aún está recuperándose. Si por algo es conocido el bueno de Zach es por su explosividad de cara a canasta, por esos mates imposibles que hace día sí y día también. Las lesiones de ligamento suelen afectar notablemente a la explosividad de los jugadores y, pese a que LaVine ha demostrado ya que es mucho más que un dunker, eso podría significar que su juego se viera seriamente afectado de cara a la próxima campaña. Así pues, su recorrido hasta febrero fue positivo en términos generales (en defensa dejó mucho que desear, pero por lo menos le puso más ganas que su compañero canadiense), pero existe una gran incógnita sobre su futuro una vez recuperado de este infortunio. La redacción de Minny Howl valora la temporada de Zach LaVine con un 7 sobre 10.

Opinión

La base para el éxito en estos Timberwolves debe ser la paciencia, saber adaptarse a lo que pide Thibodeau y jugar sin tanta urgencia ofensiva ni obsesión por los resultados - Nil Alemany (SB)
La base del éxito en los Wolves debe ser la paciencia, adaptarse a lo que pide Thibodeau y jugar sin urgencia ofensiva ni obsesión por los resultados – Nil Alemany (SB)

El gran problema del deporte moderno es el hype, las expectativas que la sociedad y los medios generan alrededor de algo que todavía no ha siquiera empezado a gestarse. Esto mismo sucedió con Minnesota Timberwolves; entrenador nuevo y reputado, Big-Three asentado ofensivamente… PlayOffs asegurados y cuidado no den la campanada en postemporada. Precisamente el hecho de que llegara un hombre nuevo del tamaño (nunca mejor dicho) de Tom Thibodeau implica que hay que empezar prácticamente de cero con todos los sistemas y eso requiere tiempo; mucho tiempo.

Se notó al inicio, con Thibs intentado aplicar cosas y los jugadores perdidos sobre el parquet; con lo que tuvo que desistir y centrarse en lo básico. Por tanto, este verano será determinante para, ahora que ya se conocen todos y saben qué esperar unos de otros, trabajar y ahondar en unos sistemas que, cuando bien ejecutados, se han demostrado muy efectivos en esos Bulls que estuvieron cerca de un anillo. Por tanto, hay que tener paciencia y saber moverse bien tanto en el mercado veraniego como en el Draft, ya que tiene un muy interesante sexto pick que no hay que malbaratar.

Dicho todo esto, es obvio que el objetivo de Minnesota Timberwolves eran los PlayOffs y no se ha logrado ni por asomo, así que tampoco se puede decir que la temporada haya sido un éxito. Eso sí, merecen aprobar aunque sea por los pelos porque en muchos momentos han demostrado que de potencial van sobrados y que ese mismo objetivo está más cerca que lejos de hacerse realidad.

Nota Final: 5.5