La noche más difícil de Isaiah Thomas

El base jugó cuando no había razones para ello

Isaiah Thomas en un partido en el TD Garden con los Boston Celtics (Foto: SomosBasket)
Isaiah Thomas en un partido en el TD Garden con los Boston Celtics (Foto: SomosBasket)

La de ayer no fue una noche más para Isaiah Thomas. Apenas treinta horas después de conocer el fallecimiento de su hermana, de apenas 22 años, en un accidente de coche, el base de Tacoma saltaba a la pista de baloncesto con más historia del mundo para disputar un partido de Playoffs.

Lo hacía con los ojos llenos de lágrimas, los abrazos de sus compañeros, y el cariño de todos y cada uno de los seguidores de un deporte que nunca antes estuvo más cerca de ser un simple juego. «Hay cosas más importantes que una rodilla», «¿a quién le importa el partido?«, escribieron Rudy Gobert y LeBron James tras enterarse de la fatídica noticia. El de ayer era un partido de baloncesto que los aficionados de los Boston Celtics y los Chicago Bulls llevaban esperando semanas, pero que perdió toda importancia en unos segundos.

Antes de confirmarse la participación de Thomas, la afición local daba por perdido el encuentro y, por primera vez, a nadie le importaba el resultado. El equipo sin Isaiah Thomas está atacando a un nivel parejo al de Philadephia, así que todo lo que quedaba era ver el partido con resignación y esperar que el resultado no fuese demasiado abultado. Los visitantes, modélicos en cuanto a educación y respeto se refiere, mostraban sus condolencias a la vez que no se acababan de fiar de un equipo que cosas más difíciles ha hecho cuando nadie daba un duro por ellos.

Pero, como ya dijimos, al final Isaiah Thomas jugó. Y lo hizo como siempre, siendo el mejor jugador en la pista: 33 puntos con 10 de 18 en el tiro, 6 asistencias y 5 rebotes fueron los números de un jugador visiblemente destrozado pero bien arropado por sus compañeros.

Fuera de la cancha.

En ella, pocas veces vio a Thomas más solo que anoche. Con excepcionales aportes de Al Horford, Marcus Smart y Avery Bradley, ninguno de sus compañeros estuvo a la altura de un jugador que solo mide 1.75 metros de estatura pero que en carácter está a años luz del demostrado ayer por todos aquellos vestidos con una camiseta blanca. Isaiah Thomas dio un paso más en su camino para convertirse en aquello que le dijo Danny Ainge que iba a ser la primera vez que vieron un partido de baloncesto juntos: una leyenda de los Boston Celtics. En el día más difícil de su vida salió y jugó dando lo mejor de sí. No así unos compañeros que ahora le deben mucho, muchísimo.

La buena noticia para ellos es que Brad Stevens ha anunciado que el enano jugará el Game 2 y el Game 3 (previo paso por su casa entre ambos partidos), ahí tienen dos buenas oportunidades para empezar a saldar una deuda que será impagable en caso de perder la eliminatoria.

Que no lo hagan por ellos, que no lo hagan por nosotros, que lo hagan por Isaiaj Thomas. Se lo deben.