De Azul y Naranja: Stephon Marbury, el hijo pródigo de New York

UNA RELACIÓN DESTINADA AL FRACASO

Stephon Marbury fue una estrella de los Knicks que no llegó a buen puerto - Keith Allison (CC)
Stephon Marbury fue una estrella de los Knicks que no llegó a buen puerto – Keith Allison (CC)

Stephon Xavier Marbury, es escribir este nombre y una leve sonrisa se dibuja en mi cara, y es que, que un jugador de los New York Knicks se llame como tú produce una cierta alegría y más si los Knicks son tu equipo del alma.

Sin embargo, las buenas vibraciones se esfuman con rapidez cuando vuelvo a leer mis anotaciones y repaso la carrera del hijo pródigo de New York, un jugador destinado a fracasar.

Stephon Marbury nació el 20 de Febrero de 1977, en Brooklyn (New York). Desde bien pequeño Marbury mostró su pasión por el baloncesto y por el equipo de su ciudad, los New York Knicks. Destacó ya en el instituto y se destapó como una de las grandes promesas en la Universidad de Georgia Tech.

Se presentó al Draft NBA de 1996, siendo elegido por los Milwaukee Bucks pero fue traspasado directamente a los Minnesota Timberwolves. En su primera temporada realizó buenos números junto con su teammate Kevin Garnett y fue elegido en el mejor quinteto de rookies.

Tras unos buenos años a caballo entre New Jersey y Phoneix, el 6 de Enero de 2004, Marbury vería su sueño cumplido, por fin volvería a casa, por fin jugaría en los New York Knicks.

Los New York Knicks, fieles a su tradición de fichar jugadores criados en las calles de su ciudad, recibieron a Marbury, Penny Hardaway y Cezary Trybański a cambio de Howard Eisley, Charlie Ward, Antonio McDyess, Maciej Lampe, los derechos sobre Miloš Vujanić y una primera ronda del Draft del 2004. La llegada de Stephon Marbury al MSG desató la locura y los fans de la Gran Manzana, como era de esperar, se encomendaron a su nueva estrella para soñar con el ansiado anillo.

Hasta aquí todo muy bonito, un jugador consagrado que volvía a casa, una ciudad emocionada y un equipo ilusionante, o al menos eso parecía en un primer momento.

En su primera ¨media¨ temporada los Knicks hicieron un papel digno al quedar 7º en la lucha por los Playoffs y avanzar hasta semifinales de conferencia, eliminando a unos buenos New Jersey Nets liderados por Jason Kidd.

Sin embargo, en la  temporada  2005-2006 el carácter individualista y problemático  de Marbury empezó a vislumbrarse. Su enfrentamiento con el entrenador de esa temporada, Larry Brown, su egoísmo dentro de la cancha y las constantes extravagancias del jugador bajaron su rendimiento deportivo .

La temporada siguiente, ya sin Larry Brown en el banquillo, Isiah Thomas se hizo cargo del equipo. Este cambio que se rumoreó que fue una especie de mimo para Marbury, no supuso ninguna motivación o mejora en el juego del base de Brooklyn. Los Knicks tomaron un rumbo altamente peligroso, el equipo no funcionaba bien, el entrenador dejaba mucho que desear y, por si fuera poco, Marbury, la supuesta estrella del equipo se pasó varios años destacando más por sus declaraciones fuera de tono, sus pataletas de niño y sus problemas extradeportivos que por sus canastas.

Finalmente llegó la temporada 2008-2009, los Knicks empezaban un nuevo proyecto de la mano de Mike D’Antoni y desde la ciudad y la prensa se le otorgó involuntariamente una última oportunidad al bueno de Starbury. Pero todo fue en vano, Marbury hacía años que caminaba sin rumbo por la NBA y, tras varios partidos, la franquicia neoyorquina decidió apartar de su disciplina a su hijo pródigo, Stephon Marbury. Tras un breve contrato con los Boston Celtics, Marbury entró en decadencia.

Es en este momento fue cuando Marbury pasó posiblemente los peores momentos de su vida. Encerrado en casa sin contacto con el exterior, Marbury se arrojó a los brazos de la comida basura, de la marihuana y de las excentricidades sin sentido que le provocaron, según muchos, una locura transitoria. Su vida de repente se convirtió en un circo. Apoyándose en la excusa de no tener contrato vigente con ninguna franquicia, el jugador se trastornó. Grabó dos vídeos que se pueden ver en Youtube, donde en uno Marbury se fuma sin ningún tapujo un cigarro de marihuana y otro comiendo nada más y nada menos que vaselina. Destacar también otros acontecimientos tan banales como grabarse llorando en calzoncillos o conducir bajo los efectos de las drogas y el alcohol.

¨Me quería morir. Pensé en el suicidio en varias ocasiones. Cuando comenzaron los problemas en los Knicks y tras la muerte de mi padre y los problemas de Starbury sentía que la vida se me iba poco a poco. Estaba atrapado en mis pensamientos, atrapado en cómo me sentía y como era tratado. Estuve muy enfermo«.

Por fortuna, algunos pudimos ver a  Marbury antes de jugar en los Knicks. Un point guard de gran talento capaz de penetrar a canasta de forma vertiginosa, dar asistencias mágicas y de poder encestar desde muy lejos. Por desgracia, Marbury a pesar de tener unas cualidades excepcionales, también personificaba al típico jugador de principios de milenio, es decir, tiraba demasiado y solo pensaba en sí mismo. Por lo tanto fracasó, fracasó estrepitosamente.

Ahora algunos se conforman con verlo jugar en la liga China, donde es venerado como un Dios, mientras muchos nos resignamos a afirmar que Stephon Marbury fue el hijo pródigo destinado a fracasar.