Los Boston Celtics a revisión: el ataque

Los Celtics aprueban en este apartado

Un ataque liderado por Thomas que cumple todos los deseos de Stevens./ Foto Nil Alemany (Ilustración Álvaro Méndez)
Un ataque liderado por Thomas que cumple todos los deseos de Stevens./ Foto Nil Alemany (Ilustración Álvaro Méndez)

De un ataque frenético, a campo y pecho abiertos, de esos que parten de la defensa, a un ataque a media pista, también rápido, pero en el que la velocidad la lleva el balón y no los jugadores.

Los Celtics han cambiado radicalmente su estilo de ataque, y la apuesta ha salido bien. Tras jugar al ritmo de los Kings con la eficiencia de los Sixers, los Celtics han dado un salto cualitativo, más eficiencia, más triples y, en consecuencia, más puntos.

Por Boston, en la temporada pasada, los aficionados podían ver un equipo que corría a la mínima ocasión, que disfrutaba del contraataque y que vivía de forzar fallos al contrario. Los Celtics de la 2015-2016 basaron su juego y confiaron sus esperanzas de victoria a un sistema defensivo correoso, agobiante, que presionaba las líneas y que necesitaba las canastas fáciles que provocaba, porque no tenía demasiado talento.

Esos Celtics terminaron con el segundo ritmo más alto de la NBA (101 posesiones en 48 minutos), con un eficiencia del 48,8 por ciento, un True Shooting del 53.1 por ciento, con el 61,6 por ciento de sus canastas asistidas, con un ratio de asistencia/pérdida de  1,76 y anotando 103 puntos cada 100 posesiones. En conclusión, el 13º mejor ataque de la NBA.

Los Celtics del presente se lo toman todo con más calma, priorizando la efectividad antes que la cantidad. Del segundo equipo con más ritmo de la liga, al 18º (98.28 posesiones en 48 minutos). De un TS% del 53.1 por ciento a 56 por ciento (9º de la liga), de anotar el 61,6 por ciento de sus canastas tras asistencia, a anotar el 64,3 por ciento (2º de la liga), todo eso con un 2,02 en el ratio de asistencia/pérdida (2º de la liga), un 52,1 por ciento de eficiencia (9º de la liga) y un Offensive Rating de 108,7 puntos anotados cada 100 posesiones. En conclusión, el 7º mejor ataque de la liga.

Los viejos Celtics corrían para intentar ocultar ese defecto tan grande que tenían: no metían la bola en una piscina. Maximizaban sus opciones de anotar intentando muchos tiros, como los típicos anotadores de volumen, esos que tiran 50 tiros y anotan 22, sabían que su oportunidad residía en la cantidad, no en la calidad.

Los nuevos Celtics, tras fichajes y mejoras individuales, siguen siendo un equipo que tira mal (45 por ciento en tiros totales, 17º mejor de la liga), pero nada que ver a los guarismos del curso pasado (sobretodo en triples, 8º con un 36.8 por ciento).

¿Qué ha cambiado el ataque de los Boston Celtics?

El nivel ofensivo ha subido y está funcionando muy bien, cuidando las pérdidas y aumentando el movimiento del balón, los Celtics han conseguido que su potencial en ataque despunte.

La clave del sistema sigue siendo la misma aunque no lo parezca. Stevens quiere que los jugadores siempre busquen el tiro más efectivo, no quiere el tiro decente, quiere el tiro perfecto. El problema es que el año pasado no había muchos tiros perfectos, ni capacidad para encontrarlos, por lo que necesitaban rebotes ofensivos y robos para maquillar el resultado.

 

Hoy en día los Celtics ni roban, ni recogen rebotes ofensivos como para confiar en que estos apartados sumen en una victoria, por lo que la calidad de los tiros es la protagonista del ataque Celtic. El mejor ataque que ha entrenado Stevens no corre, hace que el balón vuele.

Y la razón es sencilla, el talento es mucho mayor.

No solo es que los mejores Celtics ofensivos de la era Stevens cuentan en sus filas con Al Horford, el mejor center con el balón en las manos de la liga (tanto asistiendo como no perdiendo balones), o con un Isaiah Thomas soberbio, sino que todos los jugadores importantes de la rotación han mejorado ofensivamente.

Ya contaba en noviembre como los Celtics habían mejorado en el triple. En «Boston Celtics for three… go it!» analicé la mejora sustantiva de gran parte de los jugadores en este apartado. Pero no solo se ha mejorado en esto, y es que los jugadores también han mejorado cuidando la pelota, apartado en el cuál los Smart, Thomas y Bradley han dado un salto que agradece todo el equipo. Estos Celtics, tercer equipo que reparte más asistencias de la liga, llegan al podio en este apartado con su máximo asistente, Isaiah Thomas, colocado en la 19ª posición de la carrera por el primer puesto en asistencias por partido.

El movimiento de balón no lo genera un solo jugador, por mucho que parezca que todo parte y termina en Thomas, los Celtics utilizan a todo el equipo para producir en ataque, y el balón no deja de moverse.

 

Todos los jugadores tienen importancia. Obviamente los titulares acumulan la mayor parte de talento, pero jugadores suplentes, como Smart, Olynyk o Jerebko, realizan un papel esencial en el entramado ofensivo.

El base de Tejas ha tomado las riendas del balón cuando se encuentra en pista, y los resultados resaltan a la vista. El sueco de tupe inamovible realiza todas las tareas que un cuatro abierto de rol está obligado a saber hacer y el hijo albino de Mutombo, nuestro canadiense favorito, es el ingrediente secreto en cualquier mezcla. Si Olynyk está fino todo va como la seda.

Por momentos, puede que demasiado puntuales, los Celtics han juntado alineaciones con cinco jugadores capaces de botar, pasar y tirar, creando el caos en las defensas rivales. Con Thomas, Bradley/Smart, Crowder, Olynyk y Horford, los Celtics reúnen en pista un quinteto realmente temible, que mueve la pelota muy rápido, que tiene dos grandes que puede botar y salir fuera de la zona y en la que todos los jugadores amenazan con meterte un triple si les dejas hueco. Los contrarios tienen que multiplicarse, por lo que llegan tarde a los cierres, y los buenos pasadores saben aprovechar las oportunidades, entienden que la pelota vuela más rápido  de lo que corren las piernas, por ende, consiguen un tiro abierto.

El concepto es fácil pero la ejecución es muy complicada, y resulta sorprendente que los Celtics hayan dado con la tecla tan rápido. Un Horford que ha encajado como anillo al dedo, más la mejora de muchos jugadores en apartados individuales, ha conseguido que el sistema que Stevens quería implementar el curso pasado consiga empezar a encontrar su potencial este.

Los Celtics necesitan juntar ese talento en pista para desplegar su mejor juego y conseguir, como consecuencia, que al balón le salgan alas. Grandes dentro, pequeños fuera, grandes fuera y pequeños dentro. Pase, movimiento, pase, movimiento. Colapsar la zona, sacarla, pase extra. Todo esto se consigue con versatilidad ofensiva e inteligencia, mucha inteligencia. En Boston cuentan con ella y la están sabiendo utilizar.

La idea estaba, pero faltaba talento, el entrenador no quería que esta se esfumase, y cuando ha conseguido el ingrediente secreto, todo ha cobrado sentido. Es cierto que nuestro verdes han perdido esa identidad defensiva que los caracterizaba, pero mientras la pelota entre, doy la bienvenida a estos nuevos Celtics.