El enredado camino de Terry Rozier

Armas, violencia y tristeza lo rodearon en su infancia

Para Terry Rozier, nacer en Youngstown, Ohio, no fue precisamente una bendición. Durante sus primeros 10 años de vida, Rozier tuvo a su padre en prisión y la custodia quedo en manos de su abuela Amanda Tucker, que a pesar de las protestas de la madre (Gina Tucker) y el mismo niño, llevó consigo al niño a vivir en Shaker Heights -un suburbio de Cleveland- con el fin de alejarlo de la violencia, los robos y probablemente las drogas que rodeaban su ciudad natal.

Los primeros años fueron difíciles para Amanda, quien tuvo que lidiar con el mal carácter del joven Terry, así lo confiesa la abuela del jugador años después de lo sucedido:

«Había un montón de veces que iba a hacer las cosas porque sí,» dijo ella. «Él pensaba que me iba a cansar y lo enviaría de vuelta a Youngstown. Pero yo sólo le diría, ‘Vamos a aguantar esto.”

Y es que claramente, ameritaba los esfuerzos de Amanda porque para esa época Youngstown era la ciudad con el índice de asesinatos más alto de Ohio y de las más peligrosas del país. Así lo revive la mamá de Terry, Gina:

“Al vivir en Youngstown, la violencia es parte natural de la vida. No hay manera de estar fuera de ella. Tienes que tratarla y rezar que nada te suceda.”

Por ello, tanto la familia de Rozier como la mayoría de los ciudadanos se llenaban de armas en sus casas por si llegase a ser necesario en alguna emergencia. El jugador, que además tiene una hermana que sufre de parálisis cerebral, relata una anécdota al respecto:

“Me gustaba explorar las habitaciones. Acabé cogiendo armas montón de veces «, dijo. «Encontré una escopeta una vez bajo el sofá. Trataban de ponerlas fuera de mi alcance, pero solía encontrarlas muchas veces.”

Por estas razones, a los 6 años, Terry tuvo que mudarse con su abuela en Shaker Heights iniciando una tormentosa relación. Amanda recuerda que Rozier a veces actuó tan horriblemente que tuvo que inmovilizarlo en el suelo hasta que la furia se desvaneció con un movimiento que ella llamaba la “técnica de mariposa”. Él siempre le decía que no le gustaba vivir ahí, pero ella le respondía que no lo quería ver robando o matando a alguien por un par de zapatos.

El jugador describe como era el trato en esos duros momentos:

«Era muy irrespetuoso con mi abuela», dijo Rozier. «Yo no podía aceptar el hecho de no poder vivir con mi mamá, y que mi papá no estaba cerca. Era muy irrespetuoso. Ella tuvo que contenerse, le dije que la odiaba y ella me dijo que me amaba, cada vez que le dije que la odiaba ella me decía que me amaba.«

Pero todo este rencor que tenía en su interior Terry llegó a su fin. Como cuenta Gina, el día de acción de gracias del 2003, estaba en un bar con su hermana y su primo disfrutando de la noche, de repente “Brock” -cómo Rozier llamaba a su tío- se metió en una discusión y resulto herido de muerte. Sin embargo, no terminó ahí porque se hablaba de que iban a vengarse directamente con su familia, por lo que la vida de Terry y los suyos peligraba, tanto así que dos días después dispararon a la puerta de la casa donde estaban viviendo pero todos estaban a salvo porque Amanda Tucker ya los había escondido bajo la cama. Rozier comenta como fue el “cambio de chip” desde esa ocasión:

“Desde ese día le miré realmente diferente. Ella en realidad se preocupaba. No fue exactamente aquel día pero me daba cuenta de que empezaba a amarla. Mi abuela se convirtió en la persona más importante en mi vida y la amo más que a nada en este mundo.”

Fue en ese verano, cuando Terry Rozier Sr. fue liberado y por fin compartió tiempo con su hijo, era la primera vez que estaban juntos. El niño no podía estar más contento, su padre trataba de enmendar los errores del pasado y el deporte era la puerta de entrada para la nueva relación. Pero para la tristeza del joven Terry, cuando apenas habían pasado tres meses, su padre era enviado de nuevo a prisión acusado de homicidio involuntario por su participación en un robo y secuestro que llevó a la accidental muerte de una persona siendo sentenciado a 13 años de condena.

“Fue duro, sin duda difícil, porque había estado encerrado cuando yo era joven y cuando pensé que podía vivir con él, estaba tan feliz. Y entonces tuvo que volver a la prisión», dijo el jugador titubeando en su respuesta «Con la sentencia que tuvo, estaba pensando que nunca podría ver a mi padre otra vez.«

Aun así, influenciado por su abuela que siempre trato de guiarlo y mantenerlo aferrado a los deportes, el baloncesto se convirtió en el centro de su vida -Rozier se enamoró en primer lugar del football- en el 2003 cuando asistió a una clínica en el Centro de Recreación de Cleveland Zelma Watson George y escuchó a un entrenador decir rudamente:

Todos ustedes tienen más oportunidades de ser golpeados por un rayo que de llegar a jugar en la NBA.

Llegó a casa entusiasmado y realmente conmovido por el discurso a decirle a su abuela que él realmente iba a jugar en la NBA, lo iba a lograr. Ese sueño que tan difícil lucía se hizo realidad el pasado 25 de junio, cuando escucho su nombre en la décimo sexta posición del Draft al ser elegido por los Boston Celtics.

Todas estas situaciones lo han marcado definitivamente, ha crecido en un entorno del cual es difícil salir con éxito y él lo ha logrado, por tanto tiene un temple y una forma de ver la vida distinta a muchas personas. Deportivamente, él mismo dice que no siente la presión porque ha vivido constantemente al límite:

«Honestamente soy un hombre que no siente presión en situaciones por lo que mi familia ha vivido, por lo que yo he pasado y por lo que he visto«, dijo. «Así soy yo. No tengo miedo de tomar a alguien, o defender a una determinada persona. Es la forma en la que fui criado”

Finalmente, hoy en día Terry habla con su padre casi todos los días por teléfono y lo ha apoyado a lo largo de todos estos años demostrándole su cariño incondicional, su madre también mantiene una relación con Rozier Sr, y se describe como “impresionada y orgullosa” por el amor que le demuestra el hijo a pesar de lo sucedido. Al fin y al cabo, la historia de Terry Rozier va bien encaminada en el baloncesto, no queda tiempo para rencores.