«You can do all things»

Lo que produce Stephen Curry sólo puede ser amor

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En el baloncesto, como en la vida, cuando crees que lo has visto todo y que nada te puede sorprender, precisamente ese es el momento en el que aparece algo o alguien que vuelve a llevarte al comienzo de todo. Esa inesperada sensación puede traducirse como cuando una tortilla es dada la vuelta en la sartén. Entonces es cuando tu piel te manda ese aviso de que estás percibiendo un sentimiento de fascinación extrema mediante la «piel de gallina». No puedes más que llevarte las manos a la cabeza y soltar un pequeño «oooohh». Pues bien, después de 16 años de baloncesto en mi vida (como jugador, como espectador y como entrenador) viendo cosas increíbles, jugadores espectaculares, leyendas… yo ya creía que no podría ver algo que me impactara tanto como para sentir esa sensación.

Estaba equivocado, aún faltaba la joya de la corona para mis ojos enamorados del juego exterior y el arte del tiro de larga distancia. Un chico de Akron (Ohio), y no, no es el que todos pensáis, hizo que reconsiderara mi opinión sobre el baloncesto.

Con su 1.91 metros de estatura y tan solo 86 kg, éste jugador parece débil, y cuando ves su rostro, ya no parece débil, sino un adolescente. Bien, si de verdad te crees ésto, es cuando estás muerto. Te lo aseguro. Porque acabas de conocer al mejor tirador de la historia (siempre con un largo «con permiso de» varios jugadores), Stephen Curry.

Nunca he visto algo parecido a Steph, su bote parece algo tan dinámico como las ondas que produce el agua cuando tiras varias piedras a un lago. Es simplemente amor lo que produce verle jugar. No necesita ayuda, no necesita pantallas o bloqueos para crearse su propio tiro exterior. Con su dribbling en bote y su tan exquisito y rápido tiro puede enviarte un globo sonda a tu canasta, eso sí, sin respuesta que valga.

Es un jugador tan completo en ataque que puede enamorarte en transición, o recibiendo (como un tirador habitual) el pase tras un corte saliendo de los bloqueos, como también puede hacerte jugadas de cuatro puntos como si nada.

Para Stephen Curry un triple es como una bandeja para el resto de los mortales. El arco que describe su tiro es magnífico. Cuando los entrenadores empezamos a enseñar a los niños la técnica de tiro, todos empezamos con el agarre en forma de T, la flexión de las piernas y el golpe de muñeca, terminando pidiendo que hagan un tiro con arco, que no tiren recto el balón. Pues bien, creo que es mejor ponerles vídeos y vídeos de Steph para que interioricen el arte del tiro audiovisualmente, que la mayoría de las veces es más productivo.

Normalmente no soy dado a las estadísticas en los artículos, pero es que meter desde la larga distancia en 5 temporadas 905 triples es digno de reseñar. Números que superan con creces a dos de los mejores especialistas de la historia, Ray Allen y Reggie Miller. De seguir con esta progresión, el bueno de Steph superaría con creces a los dos en la lista histórica.  2,742 triples es la media que anota por partido. Si siguiera con estos números, en 755 partidos, es decir, en poco más de 9 años (sin sufrir lesiones) superaría a Allen. Pero lo que a mí más me apasiona es su rapidez a la hora de desenfundar el brazo y la facilidad para crearse sus propios tiros mediante dribbling. Eso no se aprecia en las estadísticas, y es lo más bonito.

Un ejemplo de lo que está empezando a convertirse Curry puede ser éste, algo personal pero que no me importa compartirlo: Cuando decidí jugar a baloncesto y apuntarme al club de mi localidad tenía 8 años y acababa de ver el «último tiro» de Michael Jordan para conseguir su 6º anillo, pero una vez apuntado y tras pasar las primeras semanas, buscas un ídolo, todos lo buscamos, alguien que te de esa droga de baloncesto cuando no puedes salir a la calle a practicarlo. Alguien que te permita comprarte su camiseta, poner su poster en tu habitación y en definitiva hacer que ames más el baloncesto. Para mí ese fue Kobe Bryant, nunca lo he ocultado, desde el primer momento hizo que amara este deporte. Pues bien, mi hermano tiene 8 años ahora, se acaba de apuntar a baloncesto, lleva tan sólo 2 meses y sí, Kobe mola, Durant mola, LeBron mola, pero el jugador que ha elegido para amar este deporte es Stephen Curry. Tal vez por su parecido físico, mi hermano es pequeño, y también de juego (cada uno a su nivel), rápido y tirador (os puedo asegurar que es imposible que un niño en tan poco tiempo tire tan bien, y yo lo veo todos los días porque soy uno de sus entrenadores). El caso es que Stephen Curry ha entrado en la élite de la liga de una forma apabulladora y simple. Con amor. Por eso yo le llamo Steph «Soy Amor» Curry. Es un jugador diferente, alegre y único.

Os preguntaréis el motivo de tanto amor y de éste artículo. Fácil respuesta. Mi hermano me puso ayer en el ordenador éste vídeo, y sólo me dijo una cosa: «Chache, mira, yo quiero ser cómo él» a lo que yo le respondí con la frase que Steph siempre lleva escrita en sus zapatillas pero modificada para él: «You can do all things»