Hasta que nos volvamos a ver, mi querido Palacio
Los Pistons se despiden de la que ha sido su casa
No soy una persona que se mueva por el lujo o por las luces, y prefiero mil veces jugar en un pabellón pequeño con sentimiento y significado que en un estadio de multitudes llenos de gente más preocupada por la foto que subirá a Instagram, el vídeo que le hará viral o el movimiento que hará cuando la cámara le enfoque en el jumbotron durante el tiempo muerto. No recuerdo cuándo me hice de los Detroit Pistons, pero mi pasado ya sabía lo que se hacía.
Detroit es una ciudad diferente que alberga una franquicia distinta. Siempre a contracorriente, los Pistons cuando han ganado, lo han hecho a lo grande, echando por tierra a las modas de la NBA, a las dinastías que han gobernado la liga durante un largo periodo de tiempo, como la de los Celtics o Lakers. Detroit es una de las franquicias históricas de la liga, y se despiden del estadio que ha visto como traían a su ciudad tres anillos de campeón.
El Palace de Auburn Hills ha sido la casa de los Detroit Pistons desde el año 1988, y ya en su segundo año vio como los Pistons pasaban por encima de los Lakers para mandar a Magic Johnson a su casa. El siguiente año, los Blazers seguían sus mismos pasos, y en 2004, Kobe, Shaq y todos los focos de Hollywood sufrían una inesperada derrota. El Palace ha visto duras derrotas, como las de 2005 y el triple de Robert Horry, grandes victorias, como las de los Bad Boys contra los Celtics de Bird, y otras escenas que no hacen mas que sumar historia y un halo de leyenda a este gran pabellón. En este artículo, recopilamos los grandes momentos que se han visto en Auburn Hills, y daremos las gracias al estadio por todo lo que nos ha dejado ver.
Prólogo: El Silverdome
Un twittero al preguntar acerca de su momento favorito de los Pistons en el Palace nos habló sobre el último partido de los Pistons en el Silverdome, estadio que los Pistons dejaron en 1988, y que merece historia aparte. Nos habló sobre el último partido de los Detroit Pistons en el estadio, y como todos los aficionados ondeaban sus toallas frente a los jugadores, anonadados por tal belleza.
Hoy que dejamos el Palace, también debemos acordarnos del Silverdome. Lleno, es un pabellón que intimida. #DetroitBasketball pic.twitter.com/oywoculwZR
— The Bad Boys Soul (@TheBadBoysSoul) 10 de abril de 2017
1. The Bad Boys Era
No hace falta relatar todo lo que los Bad Boys nos han dado como equipo y como personas. Gracias a ellos somos lo que somos y tenemos una identidad única en toda la NBA. El Palace vio el ascenso del equipo al Olimpo de la liga, y el primer anillo de la franquicia tuvo a Isiah Thomas, Joe Dumars y Bill Laimbeer bailando por el reciente parqué del Palace. Los Detroit Pistons terminaban con la época del Showtime e inauguraban la de los Bad Boys. Mejor comienzo imposible.
El año siguiente, como ya hemos comentado, los Detroit Pistons pasan por encima de los Trail Blazers, y la ciudad vive un nuevo periodo estelar, y la NBA sigue mirando la hora para ver cuando acabará esta tortura. Los enemigos del espectáculo han vuelto a ganar, y Bird y Magic ya no están ahí para salvarlos. Los 21.000 aficionados que copan el Palace cada noche lucen su camiseta y ondean su bandera con orgullo, y nadie puede bajarlos de este estado de felicidad permanente.
Además de estos dos anillos, el Palace ha vivido sucesos que al resto de la liga pueden no gustarles, pero que aquí estamos orgullosos de ello, como por ejemplo, la primera parte del Malice at The Palace, donde Bill Laimbeer y Charles Barkley se dieron hasta en el carnet de identidad al final de un partido entre los Pistons y los Sixers. Lo curioso es que esta pelea, producida en 1990, fue iniciada por Isiah Thomas, que propinó un puñetazo a… Rick Mahorn, su guardián el año pasado, que debido a la expansión de la liga se tuvo que ir de la franquicia. Un Bad Boy solo se preocupa de aquellos que llevan su misma camiseta.
Otra mítica escena que se vivió en el pabellón y que no está en la memoria colectiva del público es la noche en la que Joe Dumars pasó a los libros de récords de la NBA. La pregunta es simple: ¿Quién es el jugador que más puntos ha anotado sin meter ningún tiro de dos puntos? Joe Dumars, con 40 puntos, 10 triples y 10 tiros libres. La verdad es que si a día de hoy un jugador de los Detroit Pistons solo se dedica a tirar triples, algún insulto se nos escaparía por twitter. 18 triples intentó el escolta de los Pistons, y sus puntos sirvieron para que la Motown se llevara el partido ante los Wolves.
En resumen, la época de los Bad Boys fue entretenida para el joven Palace, que en sus primeros años albergando partidos de los Detroit Pistons, vio como el equipo se cargaba a los dos grandes de la competición, Celtics y Lakers, y le amargaba su debut y primeros años a Micheal Jordan. Dos anillos y un espíritu que indica el camino al éxito es su legado, que día a día intentamos revivir.
Esta noche nos enfrentamos a @ChicagoSeeRed , con los que actualmente estamos empatados a vicotrias. Recordemos viejos buenos tiempos. pic.twitter.com/TFftynWEc3
— The Bad Boys Soul (@TheBadBoysSoul) 6 de diciembre de 2016
2. The Going To Work Era
Un equipo copado por jugadores rebotados que llegó a la final de la NBA y se hizo con el tercer anillo de la franquicia no podía pertenecer a otra franquicia que a la de los Detroit Pistons. Fichajes arriesgando a estrellas por jugadores desconocidos y lesionados resultó en el equipo más solidario que ha dado esta competición, según su entrenador Larry Brown. En el Palace se vivió el tercer anillo de los Detroit Pistons, en el que, como en 1989, los Pistons derruyeron de nuevo la dinastía que los Lakers habían construido. Las luces, el glamour y las apuestas estaban a favor de los de Los Angeles, pero como dijo Chauncey Billups después del primer partido de las finales de 2004, «no volveremos a California». Y cierto fue, con 1-1 en el marcador de victorias, los Pistons ganaron los tres siguientes en el Palace. El pabellón vio la defensa de Prince a Kobe, la intimidación de Big Ben a Shaquille y la dirección de balón de «Mr. Big Shot» Chauncey Billups. El Palace vio los 22 rebotes que Ben Wallace capturó en el último partido, y como una vez más, el trabajo duro y el apoyo de una ciudad trabajadora derrotaba al poder establecido de la liga.
«Cada vez que jugaba en la NBA y no era para Detroit me sentía mal. Cambiaria la forma en la que salí de la franquicia». #PistonsLegend pic.twitter.com/ulWYxStBQP
— The Bad Boys Soul (@TheBadBoysSoul) 21 de marzo de 2017
El Palace vivió una dinastía que se quedó con un sabor de boca amargo, ya que en 2005 Robert Horry hundía a los Detroit Pistons con un triple en los últimos compases del partido, y en 2006, los Heat ganaban a los Pistons pese a una gran eliminatoria y un tapón de Wallace a Shaquille O’Neal que siempre será recordado. Desde 2001, el Palace albergó 8 apariciones en PlayOffs, 6 finales de conferencia consecutivas, 2 finales de la NBA y 1 anillo, y no podría haber sido en un escenario mejor.
Periodista: «Cuantos jugadores en la liga pueden hacerte ese tapón?»
O’Neal: «Eso fue falta». #DetroitBasketball pic.twitter.com/qosDrGe7Z7— The Bad Boys Soul (@TheBadBoysSoul) 25 de marzo de 2017
Además, y como no podría haber sido de otra manera, el pabellón vio de primera mano la segunda parte del «Malice at The Palace», que fue incluso mejor que la primera parte. Sanciones de una temporada, grandes cantidades de dinero como multa y cambios en la normativa fueron las consecuencias, pero oye ¿y las risas qué? Después el comisionado cambiaría las normas defensivas, el contacto en los partidos y la competitividad y las líneas que no deben cruzarse y ya se cargó la competición, pero ese es otro tema.
3. Actualidad
Sí, ya, lees eso y ahora ves como estamos y la depresión se apodera de tu persona. Pero bueno, 7 años sin PlayOffs, mucho barro tragado y decisiones erróneas han hecho que el Palace haya estado triste, y haya visto como la crisis, el frío y la pobre actuación del equipo han despoblado las gradas del Palace. Es difícil no suspirar al pensar lo que fuimos y lo que somos, y es por eso que necesitamos volver a las raíces, y no hay mejor método que volver al centro de la ciudad, donde nos ubicamos cuando vinimos de Fort Wayne. Pero en esta época en el desierto hemos visto cosas que no han destacado en el panorama nacional, pero que si que han protagonizado escenas en nuestro corazón. Personalmente, recuerdo las asociaciones Bynum-Drummond, el poderío de Jason Maxiell, lo majo que era Charlie Villanueva o el cariño europeo de Jonas Jerebko. Además del buen 100-50 que llegamos a meterle a los Cavaliers, y que ahora utilizamos para reírnos de ellos.
Buenos jugadores han pasado por el Palace y que merecen una mención, como Brandon Knight, Greg Monroe, Austin Daye, las vueltas de Billups y Ben Wallace, ver a Sheed de asistente, Kyle Singler, del que pensamos que podía ser un buen alero por unos días, el bueno de Vyacheslav Kravstov, que hizo un 14+10 el día que Prince se fue a Memphis traspasado, (guardado en la retina), y demás jugadores a los que guardas cariño, porque en épocas de aburrimiento, con cualquier cosa te entretienes.
@pouco_barulho Yo no los escuché mucho ese día por lo menos, jajaja. pic.twitter.com/rKUpMGJrnx
— The Bad Boys Soul (@TheBadBoysSoul) 15 de marzo de 2017
Mención especial al equipo que inaugurará el nuevo Little Caesars Arena, que esta temporada nos ha hecho recordar al equipo que hizo la travesía por el desierto, pero que el año pasado consiguió romper la sequía e hizo un papel muy decente en PlayOffs.
Hecho en el parqué del Palace of Auburn Hills. Detroit siempre sabrá como sobrepasar modas que van y vienen. pic.twitter.com/u78XqhpTpX
— The Bad Boys Soul (@TheBadBoysSoul) 10 de abril de 2017
En fin, muchos recuerdos que ahora guardaremos en una caja y que nos llevaremos al centro de Detroit. Esperamos que este cambio no suponga un cambio en el estilo del equipo. Estadio nuevo, moderno, bonito, actual, adjetivos que a nosotros no nos acaban de convencer. Lo único que deseamos ver en el Little Caesars Arena es a un equipo que gane a través de la defensa, el compañerismo con los que lucen tu misma camiseta, el esfuerzo y el juego físico, por mucho que la NBA lo prohiba y quiera estar del bando de los tiradores y los que venden con anuncios y promoción. Joder, queremos volver a joder a la NBA.