Reflexiones tras el clásico de Georgios Bartzokas

un carácter necesitado

Georgios Bartzokas
Georgios Bartzokas se llegó a encarar con el árbitro. Foto: Diariara

Llegaba ayer el día del clásico en la mayor sombre posible. Eclipsado por la semifinal del Valencia Basket ante el Hapoel Jerusalem y sin prácticamente nada por decidir. Ya que el FC Barcelona Lassa ya se encontraba eliminado matemáticamente de la Euroleague tras la victoria del Anadolu Efes sobre el Zalgiris.

Aún así, un clásico del baloncesto español siempre es un clásico y desde el conjunto culé, tan solo pensaban en ganar. O eso decía Víctor Claver en la rueda de prensa previa al partido.

«No pensamos en la clasificación, sino en ganar el partido.»

Quizás, para que esa motivación aumente aún más. O simplemente para dar tranquilidad y dejar ver que esta temporada ya no cuenta en las oficinas blaugranas. El director deportivo, Rodrigo de la Fuente, volvió a confirmar que  Georgios Bartzokas seguirá siendo el técnico del Barça la próxima campaña.

«Nuestro proyecto gira entorno a Bartzokas más allá del 30 de junio.»

Y con todo esto, empezaba el clásico. Y de nuevo, como viene siendo costumbre, el FC Barcelona Lassa demostraba no ser un equipo de nivel Euroliga. No solo por la calidad de su juego, sino por su manera de competir. No ansiaban el balón ni tenían la mentalidad de ganar, siquiera, a su máximo rival.

Me contaba Javier Gancedo en la entrevista que le realice que tanto el Real Madrid como el CSKA de Moscú, a pesar de que tan solo sea un número, ya que la calidad de los equipos del 5 al 8 es muy pareja, en su gen estaba competir por el primer puesto. Que no había opción. Viniendo a decir que para equipos de ese calibre, con ese hambre, tan solo podían pensar en ganar. El actual FC Barcelona Lassa, no tiene ese gen.

Eso es algo que no se entrena, se lleva en la sangre. Equipos como el Olympiacos siempre compiten. Sin importar el grupo que tengan o las lesiones que hayan sufrido. Porque en sus mentes no existe otra opción que no sea la victoria. Y hasta el día de hoy, viendo a los jugadores azulgranas deambular por todas las canchas, porque si, esa es la palabra. Deambular. Pensaba que Georgios Bartzokas tampoco tenía esa hambre de victoria. Que viendo la plantilla que le habían confeccionado y como actuaban sus jugadores, ya había decidido darlo todo por perdido y pensar en la siguiente temporada. Donde todo apunta a que, como he dicho antes, seguirá dirigiendo la nave blaugrana.

Para pensar eso me respaldaba en partidos como en en el del Joventut el pasado fin de semana. Donde en una primera parte igualada, podíamos ver continuamente a Diego Ocampo levantado y dirigiendo a los suyos (como cada fin de semana) y a Georgios Bartzokas respaldado en su asiento la mayor parte del tiempo. Y cuando estaba de pie y veía algo que no le gustaba, un simple gesto de protesta con la mano y la espalda a la pista.

Ahora, ayer, aunque de una forma que puede impactar a muchos, el entrenador de los azulgranas demostró que tiene carácter y que realmente, quería, no, necesitaba ganar ese partido. Necesitaba porque sabía lo que podía implicar una victoria en casa del Madrid en cuanto a ánimos para lo que resta de Liga Endesa y que sus jugadores se puedan ver realmente con opciones de lograr algo esta campaña.

Aún no se que le pudo decir Lamonica para que el técnico griego se le llegara a encarar y tras ser expulsado lo fuera a buscar al centro de la pista sin que nadie del banquillo lo pudiera detener.  Aunque también cabe decir que los jugadores por A o por B, tampoco hicieron mucho esfuerzo en lograrlo.

Pero para mí, Lamonica tan solo fue la gota que colmó el vaso. Bartzokas no soportaba ver como sus jugadores, volvían a deambular por el campo. Y de allí pudo venir su reacción y el mensaje dirigido hacia el colegiado. «You have to respect me. You have to respect me.» (Tu tienes que respetarme) Era la frase que le repetía continuamente.

Allí Georgios Bartzokas se equivoca por dos razones. La primera, no es el árbitro el que tiene que respetar al entrenador, sea quien sea, sino el entrenador al árbitro. Ya que este es el único juez sobre la pista. Aunque también es cierto que el respeto debe ser mutuo.

Y se equivoca en a quien dirige el mensaje. Quizás lo ha dicho ya en privado, no lo sé. Pero quienes deben oír el you have to respect me de la boca de Bartzokas no son los árbitros, sino sus jugadores. Porque no puede ser el entrenador quien luche los balones. Ni tan solo el recién llegado. Porque ayer, como viene siendo costumbre, Moussa Diagné fue el mejor del Barça sin dudas. Y tan solo era un tío sobre la pista, con ganas de ganar. De plasmar lo que desea su entrenador en pista.

Ahora, quien sabe si tras esa muestra de carácter, sucede como el Real Madrid cuando Pablo Laso salió expulsado en silla de ruedas y los jugadores depositan su fe en él. O tan solo se convierte en una expulsión lamentable que culmina la mala imagen proporcionada por el FC Barcelona Lassa durante todo el año.