La reanimación de los Memphis Grizzlies

El regreso al Grit'N'Grind

Los Memphis Grizzlies vuelven a ganar gracias a su estilo de siempre. - Fernando Lataillade (SB)
Los Memphis Grizzlies vuelven a ganar gracias a su estilo de siempre. – Fernando Lataillade (SB)

No hace falta ver muchos partidos de los Memphis Grizzlies para darse cuenta de que no son un equipo construido para jugar a la ofensiva. Si más adelante se tiene que reconstruir en esa dirección es otro debate, pero con lo que hay ahora, el camino está bastante claro: defensa, defensa y más defensa. Aún así, a todo el mundo le gusta meter canastas, tirar triples, correr al contraataque y salir en los highlights. El trabajo defensivo no siempre tiene el agradecimiento que debería y uno puede fácilmente olvidarse de su verdadera identidad, seducido por la erótica del boxscore. Esta sensación es la que iban arrastrando los muchachos de David Fizdale en la crisis que atravesaron desde finales de febrero hasta principios de marzo. Un equipo desorientado, huérfano de identidad y con la marca Grind City difuminándose a paso acelerado. El resultado fueron cinco derrotas seguidas, cuatro por más de dobles dígitos y 114 puntos de media recibidos. En Memphis empezaba a asomarse la incógnita. No será que… ¿demasiado bien iban las cosas?

Con las constantes visitas a la enfermería  y un roster limitado tanto por edad como por talento, quizás tocaba asumir la realidad que empezaba a perfilarse. O eso o escoger el try hard y resucitar la disciplina; pues no tendrán el elenco de actores más carismático, pero en los últimos partidos ha quedado demostrado que (con la brújula apuntando al Grit’N’Grind) no les hace falta. Cuando las aguas bajaban más turbias el equipo ha reaccionado ganando cinco de los últimos seis partidos. Han caído rivales como los Hawks, con los que solo una semana antes hicieron el ridículo, o pesos pesados de la liga como los Spurs. La fórmula se antoja bastante evidente: Ninguno de los últimos cinco  contrincantes ha superado los 100 puntos, promediando entre todos una media de 93.2. Vamos a repasar algunas de las posibles claves del retorno al  Grit’N’Grind.

Lesión de Parsons: no hay mal que por bien no venga

Señalado por todos como la mayor decepción de este curso, llegaba en verano con aspiraciones de dar otro aire a un equipo que (sin renunciar a su ADN guerrillero de los últimos años) se hacía con ese ansiado tirador que les haría menos previsibles en ataque. Muchos lo han catalogado como un fracaso  “valorado” en 94 millones de dólares. Pero no seamos tan duros… Se podía entender que después de volver de una larga lesión de menisco estaba viviendo en un infierno donde intentaba reencontrarse con su juego. El propio Fizdale pedía paciencia para el “único” jugador que podía marcar la diferencia en un equipo dispuesto a subir sus prestaciones (que Fizz no se resignará a darlo por muerto dice mucho de su criterio y de su compromiso con una directiva merecidamente cuestionada).

Necesitaba que los aficionados depositaran su confianza en él, pero, en el peor momento, otra lesión de rodilla desbarataba cualquier esperanza que los más pacientes conservaran. Esta vez en la derecha, y ya van tres en las últimas temporadas en las que el quirófano se ha convertido en un eterno retorno para el ex de los Mavs. Casualidades o no, desde que Parsons viste de calle, la defensa de los Memphis Grizzlies ha mejorado notablemente. Al fin y al cabo, sería ingenuo obviar que se trataba de un jugador plenamente concentrado en rescatar algún atisbo de su desaparecida confianza y que suficiente tenía con la presión de no ver el aro ni con prismáticos como para estar dispuesto a desgastarse  en un terreno hostil para él (0.6 robos y 0.1 tapones). No es una buena noticia para los intereses a largo plazo, pero en la inmediatez los resultados hablan por sí solos.

La experiencia es un grado

Dejando atrás un mes de febrero bastante negro, los Memphis Grizzlies encaraban marzo de la peor forma posible, firmando su peor racha de la temporada. Fizdale buscaba soluciones con diversas probaturas para un cinco inicial en el que entraban y salían jugadores constantemente. Tras dar algunas oportunidades al talento joven, que nunca está de más, volvían los veteranos y se demostraba que el quinteto de garantías no era otro que el de siempre. Esos soldados curtidos en mil batallas que se adhieren perfectamente al esquema Grit’N’Grind.

La puesta en escena más deslumbrante fueron los 24 puntos sin fallo que registró Vince Carter para romper la sequía frente los Bucks. Aunque prefiero destacar el trabajo desde la sombra de Tony Allen, menos vistoso pero más constante, de lejos el máximo exponente del esfuerzo defensivo. A sus 35 años sigue peleando cada balón como si su vida fuera en ello y parece no agotarse nunca el combustible de este infatigable jugador. Su entrega y pasión han sido el detonante para volver a convertir al equipo en esa cuesta rocosa que se atraganta a todos los rivales. Promedia 1.7 robos por partido, situado como noveno en el ranking de máximos ladrones de la liga. El jugador más longevo de un Top-10 donde solo superan la treintena Trevor Ariza, Chris Paul y el propio Allen. Lidera la lista de escoltas con mejor porcentaje en rebote ofensivo (9,4 ORB %), un dato más que encumbra su afán competitivo. Todo un ejemplo para los jóvenes y un líder indiscutible en el vestuario.

Tony Allen
Tony Allen es el pilar fundamental de la defensa de los Memphis Grizzlies. – George Kelly (CC)

Jugar al tran tran «N’gun»

En Tennessee hay dos principales directores de orquesta, Mike Conley y Marc Gasol. Todas las decisiones pasan por sus manos y marcan el compás al que deben tocar el resto de los músicos. En las últimas semanas han sabido leer a la perfección los tempos de los partidos, subiendo o bajando el ritmo según fuera necesario. Esto se ha traducido en que todos los rivales han estado por debajo de su acierto habitual, combinándose en una media del  41.3% en los últimos cinco partidos, incluyendo la derrota ante los Pelicans.

Los que han jugado alguna vez a este deporte entenderán de lo que hablo. Quien más o quien menos ha tenido que enfrentarse a ese tipo de equipo que, contagiándote de su juego, te hace olvidar las consignas que el entrenador había dibujado previamente en la pizarra. Cuando los Memphis Grizzlies hacen valer su personalidad consiguen este efecto. La fórmula es sencilla: un ritmo pausado, con mucha circulación de balón y  posesiones alargadas hasta extenuar a los rivales, provocando dos efectos diferentes. El primero es el síndrome de la imitación, es decir, entrar al trapo y someterse a un cara a cara en la dinámica correosa de los Grizzlies. Emprender esta batalla perdida de antemano no suele ser buena idea excepto si  juegas en los Utah Jazz, pero la mayoría de equipos no están confeccionados para jugarse los partidos en el barro.  El segundo se caracteriza por la precipitación. La ansiedad se apodera de los rivales, hartos de corretear detrás del esférico, y los conduce a optar por ataques rápidos y poco trabajados. Estos síntomas no preocupan demasiado a equipos como los Rockets o los Warriors, pero lastra a los conjuntos menos experimentados que ven cómo su acierto desciende en picado.