La importancia de llamarse Kelly Olynyk

Los Celtics mejoran cuando el canadiense está fino

Kelly Olynyk, jugador canadiense de los Boston Celtics (Foto: ESPN CC)
Kelly Olynyk, jugador canadiense de los Boston Celtics (Foto: ESPN CC)

Con que poquito se conforma uno. Basta que un jugador haga tres partidos decentes para empezar a ver con buenos ojos lo que en otros días eran miradas de desprecio. No, ni me he vuelto loco, ni he cambiado de medicación, ni me he dado un golpe en la cabeza a lo Al Horford que me vaya a hacer fundar el club de fans de Kelly Olynyk. Las líneas que van a leer a continuación no suponen un cambio de opinión radical de éste que escribe, pero sí la reafirmación de que hay luz más allá de las numerosas y habituales sombras del desquiciante jugador de los Boston Celtics. ¿Por qué, oh, por qué nos castigas con una de cal y trescientas de arena?

Partamos de un punto personal. No me gusta Kelly Olynyk. Me saca de mis casillas y a mes de febrero negaría en rotundo cualquier tipo de renovación que superara el precio de una jarra de cerveza con tapa. Explicado ya el primer argumento, sigamos desarrollando. Kelly Olynyk es esencial para estos Boston Celtics. Antes de que vuelvan a dudar acerca de mi poca cordura, vamos a entrar en harina para dejar meridianamente claros estos dos puntos tan opuestos; es muy fácil. Si algo ha demostrado el canadiense en sus tres temporadas y media a las órdenes de Brad Stevens, es que en las escasas ocasiones (se pueden contar con los dedos de una mano) que ha estado enchufado, los Celtics tienen muchas opciones de llevarse la victoria También es verdad que en el habitual caso contrario, uno desea que ese chaval melenudo que por condiciones podría ser un nombre importante en la NBA, no vuelva a enfundarse la elástica verde.

¿Por qué después de tanto tiempo en las filas de Boston he decidido hablar de Olynyk? La respuesta es sencilla. Por extraño que pueda parecer y a riesgo de gafar su rendimiento (algo más que posible), el jugador procedente de la Universidad de Gonzaga lleva una serie de encuentros en la cresta de la ola. Con la corta gira del Oeste ya a nuestras espaldas y el único borrón de la derrota en Sacramento, los Celtics siguen afianzados en la segunda plaza de la Conferencia Este liderando la División Atlántica, y esta racha de buenos resultados se debe en gran medida al Olynyk (que me perdonen Thomas y Smart) que todos esperamos ver en alguna ocasión más que el cometa Halley. En los últimos cinco encuentros de Boston, el canadiense promedia las magníficas cifras de 13.8 puntos y 6.6 rebotes por partido, con aciertos del 59.6% en tiros de campo y 42.8% en triples. Casi nada. No voy a ocultar la sensación agridulce que me produce esta brillante tabla estadística, y es que de nuevo me pregunto el porqué no puede convertir esto en la tónica habitual.

Como siempre, el éxito o el fracaso de un jugador no se comprueba siempre por medio de las estadísticas; hablemos de sensaciones. En numerosas aportaciones tanto en la web como en nuestro adorado Podcast de El Despacho de Auerbach, hemos abordado la suma importancia de Olynyk para el esquema de Brad Stevens. El de Gonzaga es clave en muchos sentidos en el esquema ofensivo del técnico que dirigirá al equipo de la Conferencia Este en el próximo All-Star Game. Abre la pista, pasa (y muy bien) la pelota, es inteligente como pocos, y sobretodo sería una pareja de baile ideal para que Al Horford pudiera estar más liberado en pista y por consiguiente ser aún más efectivo. Todos estos datos favorables son de sobra conocidos, pero también sabemos que el castillo de naipes cae estrepitosamente cuando Olynyk mantiene su estado de forma desgraciadamente más habitual. La recurrente sensación de poco interés por el juego, sus bajones en el nivel de acierto, sus lagunas en defensa, y el total desconocimiento del término box-out le han otorgado un dudoso honor que pocas veces hemos visto: salir abucheado por su propia hinchada en el TD Garden.

Su particular semana fantástica no ha sido solo en el terreno ofensivo, ya que el canadiense también ha hecho un trabajo destacable en los últimos partidos en tareas defensivas. Olynyk ha estado mucho más activo en el área que tantos quebraderos de cabeza le ha dado durante su carrera en el baloncesto profesional. Por poner un ejemplo cercano, el de Gonzaga hizo una labor excepcional frenando a Rudy Gobert en el duelo ante los Utah Jazz. Cabe recordar que el pívot francés es uno de los líderes en porcentaje de acierto en tiros de campo, y contra todo pronóstico el melenudo de los Celtics contribuyó a rebajar ese tanto por ciento con la defensa que tantas veces le hemos reclamado. ¡Incluso ha levantado los brazos cuando los rivales intentan lanzamientos delante suya!

Con la mitad de la temporada regular ya superada, los Boston Celtics se enfrentan al desafío de consolidarse en la segunda plaza del Este e incluso con soñar poder bajar a los Cavaliers de su trono. Una parte importante de las opciones de que cualquiera de estos dos escenarios se convierta en una realidad pasa por las manos de Kelly Olynyk por suerte o por desgracia. Si el canadiense encuentra de una vez por todas la regularidad en su mejor cara (que en la otra ya la encontró hace tiempo), Brad Stevens dará saltos de alegría y posiblemente podrá apuntarse su milagro más bestial hasta la fecha. Particularmente, no tendría el más mínimo problema en cambiar mi opinión aunque el terreno por recorrer sea todavía largo y sinuoso. Tiene cuatro meses para dar un salto definitivo que bien le puede valer una buena renovación con los Celtics, pero necesita dejarse su versión «más canadiense» en su ciudad natal de Toronto. Quizás así dejemos de buscar la explicación de su éxito en la manera en la que se recoge el pelo.