Adiós, Dwyane Wade

El escolta deja Miami y con él se cierra una etapa en South Beach

Dwyane Wade, preparándose para un partido - Keith Allison (CC)
Dwyane Wade, preparándose para un partido – Keith Allison (CC)

Ayer jueves 7 de Julio desperté con un vacío dentro de mí, con la sensación de que algo me faltaba, pero no podía distinguir qué era. A medida que me iba despejando, tomé el móvil y noté que los colegas de redacción compartían el mismo sentimiento que yo y que cada uno de los fanáticos de Miami. Dwyane Wade ya no es más un miembro de Miami Heat y por más extraño que suene, habrá que acostumbrarse porque así lo ha querido él y en parte también Miami. La repartición de culpas no la haremos aquí ni ahora, no somos quienes para poder señalar un responsable, por varias razones, principalmente debido a que al final del día esto es un negocio y el dinero, el ego y las relaciones son quienes acaban dictando sentencia en estos casos. Pero repito, no estamos aquí para analizar nada de eso, sino por el contrario estamos aquí para darle un merecido final a esta maravillosa historia que comenzó hace 13 años y culminó en la noche de ayer.

Tal vez tú, lector que estás leyendo estas humildes palabras, no comprendas la magnitud de lo ocurrido, te pondré en perspectiva antes de «dirigirme» hacia el actor principal de esta historia. 13 años en la historia no es mucho tiempo, pero en este caso representan un puñado de logros, anécdotas y vivencias muy grande. En 2003 llegó a la liga un escolta sin muchas luces, seleccionado en la quinta posición por Miami. Hoy en día todos dirán que vieron algo especial en ese chico, pero realmente nadie, ni el fanático más optimista, podía decir esa noche de junio de 2003 que 13 años más tarde estaríamos hablando del deportista más importante de la ciudad y uno de los mejores en el mundo cuando a baloncesto nos referimos. Sus dotes de líder no tardarían en aparecer, su sangre fría tampoco. En su primera postemporada ya dejaría huella con su game winner tan recordado frente a los Hornets. Pero su verdadera exhibición con calibre de superestrella fue en los Playoffs de 2006, ese salto de calidad que le permitió codearse con los más grandes y que a final de temporada le regaló el premió más anhelado por cualquier jugador de la NBA: su primer anillo personal y de la franquicia. La guinda en el pastel fue el reconocimiento al trabajo personal en esa Finales, donde remontó un 2-0 en contra casi que en soledad por momentos para lograr ser el MVP de las Finales. 

Los años pasaron y con ellos vinieron nuevos desafíos, los compañeros comenzaron a cambiar y las lesiones lo comenzaron a castigar, pero lo que se mantuvo fue su espíritu y carácter de líder. Ese envidiable carácter de líder que durante muchos años no solo lo llevó a cargar con el equipo, sino con su cuerpo. El repaso rápido nos lleva al verano del 2010 donde Wade tuvo un rol protagónico en la formación del tan famoso Big Three junto a Bosh y LeBron. Rol protagónico porque fue quien hizo el esfuerzo económico más grande para que ambos ficharan por Miami y así formar un equipo envidiable, que en cuatro años cosecharía 2 títulos más. Arriba detallé cómo el patrón de su carrera fue que constantemente sus compañeros cambiaran, pero lo que pasó en el verano de 2014 fue el golpe más fuerte. LeBron James se bajaba del barco y dejaba a Wade con su salario recortado, las manos vacías y un mundo de incertidumbres brutales. En lo personal fue el golpe anímico que él probablemente no quería, pero que sin ninguna duda necesitaba. Una carrera que venía en un lento, pero notable descenso. Un físico venido a menos a causa de las lesiones y un rendimiento hundido en la «comodidad» de jugar junto al mejor jugador del momento. Esa ida de su mejor amigo ayudó en gran parte al gran rendimiento que tuvo las dos temporadas siguientes, donde se lo vio rejuvenecido y con chispazos de su mejor versión. Con su físico casi intacto puso números y actuaciones de estrella. Eso nos lleva al día de ayer, donde gracias a ese rendimiento vivió una agencia libre en la cual muchos equipos se interesaron por él y que desencadenó en la salida de Miami.

Si aún no has comprendido lo que significa Dwyane Wade para la ciudad de Miami y todo lo que hizo por ella quizás con las siguientes palabras salidas del corazón lo entiendas:

Querido Dwyane Wade:

Creo no hablar solo por mí y no solo por los fanáticos de Miami cuando escribo estas palabras de agradecimiento por todo lo que le has dado a esta franquicia y a este hermoso deporte. No hay forma de poder cuantificar lo que has hecho para poder llegar a donde estás hoy en día. El impacto que has tenido sobre una comunidad que antes de ti no comprendía mucho el baloncesto y tampoco se interesaba demasiado por él fue enorme. Con tus saltos, acrobacias, tiros espectaculares, mates, celebraciones y gran cantidad de triunfos hiciste adictos a este deporte a muchos fanáticos de Miami y a otros tantos elevaste su adicción. Desde lo personal te puedo decir con total sinceridad que fuiste el motor para que hoy en día mi cabeza gire en torno a una pelota de color anaranjado y que esta sea mi única prioridad. Tal vez algunos midan la grandeza en títulos o galardones, pero ubicar en el mapa del baloncesto a una ciudad fue tu gran premio, convertiste a una franquicia en ganadora y respetada, que por una década siempre estuvo en la discusión y eso fue en gran parte gracias a ti. Ayer fue un día muy triste para todos los fanáticos de Miami, toca agradecer y ver cómo abandonas nuestras filas, pudiendo asegurar que tu te sientes del mismo modo. Dicen que todas las historias tienen un final, pero que tu historia con Miami no acabe con el retiro genera un nudo en la garganta a toda la ciudad de Miami y a todos tus fanáticos alrededor del mundo, pero así lo quiso el destino y estoy seguro que encontrarás una forma en un futuro no muy lejano de volver a tu casa. Porque al final del día es como tú lo dijiste esta mañana, «Miami-Wade County, será siempre Miami-Wade County», siempre serás un Heat y esperamos tu vuelta. «D-Wade, Flash, Father-Prime» para algunos quizás no signifiquen absolutamente nada, pero para algunos como yo son palabras mayores. Estamos en deuda contigo y siempre lo estaremos.

¡Muchas gracias Dwyane y hasta la vuelta!