Kevin Durant ha renunciado a su estatus de leyenda

El MVP pone rumbo a los Warriors de Curry y CIA

Kevin Durant tiro CC
Keith Allison (CC)

«Si no fuera duro, todo el mundo lo haría. Es la dureza lo que lo hace grande».

Hace un par de años me encontré esa frase por Instagram (sí, esa red social llena de verdaderos filósofos de 15 años que nos ilustran día a día con su prosa), y no le di demasiada importancia. Es una frase motivacional más, pero para entenderla bien hay que extrapolarla a un contexto real, y hoy me ha ayudado Kevin Durant a hacerlo.

Siempre he considerado a Kevin Durant un segundón, algo relativamente normal cuando tienes que compartir gran parte de tu carrera compitiendo con LeBron James. Pero no solo me refiero a lo meramente deportivo. No tiene alma de ganador, alma que sí tiene por su ahora ex compañero de equipo, Russell Westbrook. Pero ahora, Kevin Durant ha reforzado esa condición de segundón. No ha pasado de ser la segunda o tercera fuerza en la NBA, sino que ha pasado a ser la segunda o tercera fuerza en su propio equipo. Tendrá que acoplarse a un sistema de juego en el que no solo no encaja, sino que el propio sistema no lo necesita. Pensémoslo fríamente, ¿qué más puede aportar Kevin Durant a un equipo que ha conseguido un 73-9 en la temporada regular? La mejor virtud de Kevin Durant la conocemos todos, y esa es su capacidad anotadora. Los Warriors han promediado 114.9 puntos por partido, siendo los mejores de toda la NBA. No parece que el impacto en la fase ofensiva de Kevin Durant vaya a ser muy grande en el equipo de la Bahía.

Pero este artículo va de otra cosa, no tengo pensado analizar el impacto de Kevin Durant en el equipo, de lo que hoy quería escribir es de algo que involucra más la percepción histórica, el estatus de Durant reflejado en la historia del baloncesto. El propio jugador acaba de enterrar todas sus opciones de ser recordado como una leyenda de este deporte. Kevin Durant es uno de los mejores jugadores que he visto, se había forjado un sitio en el Olimpo del baloncesto con sus grande actuaciones y su coronación como MVP en 2014, pero ahora ha tirado todos sus esfuerzos a la basura. Se le recordará como un gran jugador, pero no como una leyenda, aunque ese fuera el reconocimiento que se merecería por sus capacidades baloncestísticas.

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No podría estar más de acuerdo con mi compañero Javier R. Rodríguez, Kevin Durant ha escogido la opción de la hipocresía, la opción que desgraciadamente mancha la imagen del baloncesto, porque este deporte está basado en la competitividad, y Durant ha sacrificado los valores del deporte por un simple anillo, que ni siquiera tiene grantizado. Es más hipócrita todavía cuando el propio Durant criticó la marcha de LeBron James a Miami Heat allá por el 2010, posteando un tweet donde declaraba:

«¿Ahora todo el mundo quiere ir a Heat o Lakers? Volvamos a ser competitivos«.

Con esto no quiero arremeter personalmente contra Kevin Durant ni mucho menos contra los Golden State Warriors, ambos ganan con esto, Kevin Durant formará parte de uno de los mejores equipos de la historia y la franquicia californiana contará con los dos últimos ganadores del MVP en sus filas, pero Kevin Durant nunca podrá arreglar todo el odio que este movimiento ha generado hacia su persona en el día de hoy. No diré que justificado porque nunca puede caber una justificación para el odio, pero sí puede ser entendible el rechazo por parte de algunos aficionados de la NBA hacia el jugador, y no solo de Oklahoma City Thunder, algunos como yo estamos desolados viendo como un jugador así ha tirado por la borda su posible condición de leyenda.

Aprovecho este momento para acordarme de LeBron James y su famoso anuncio de fichar por Miami Heat. En el verano de 2010, King James, anunció en los platós de la ESPN, en un programa llamado «The Decision» (programa que por cierto, donó todos sus ingresos a causas benéficas)  su decisión de dejar Cleveland Cavaliers. LeBron James abandonó su ciudad natal montando un circo mediático, algo que desde aquí siempre criticaré, y se unió a Dwyane Wade y Chris Bosh en Miami. Pero comparando ambas situaciones, Chris Bosh llegó el mismo verano que LeBron James, y Miami Heat venía de quedar quinto en la Conferencia Este, mientras que Durant se unirá al equipo que ha conseguido el mejor récord de toda la historia de la NBA. Las diferencias son notables, LeBron se unió a un nuevo proyecto, proyecto ganador, sí, pero al fin y al cabo nuevo proyecto. Durant se ha unido a uno en su mejor momento y que ya sin él pudo conseguir el anillo, claramente ambos jugadores son criticables, pero no al mismo nivel.

Kevin Durant seguirá siendo el mismo gran jugador de siempre, por supuesto bajarán sus promedios, pero seguirá siendo un superclase, y eso no hay nadie que se lo pueda negar. ¿Pero sigue siendo una superestrella? Para mí desde luego que no, será un gran jugador en un gran equipo, pero jamás deberíamos nombrar superestrella a alguien con este carácter, un carácter perdedor, pese a quien le pese.