Algo grande se está gestando en los Detroit Pistons
La progresión está siendo brutal
A día de hoy, es indudable pensar que la contratación de Stan Van Gundy como entrenador de los Detroit Pistons fue un total acierto de la directiva ‘piston’. El reputado entrenador, tuvo desastroso inicio de temporada a finales del 2014, marcado por ese famoso 5-23 inicial que colocó al equipo en los puestos más bajos de la tabla.
A partir de entonces, Stan Van Gundy hizo uso de poder de jefe de operaciones baloncestísticas, y alcanzó un acuerdo con Josh Smith para rescindir su alto contrato, que poco estaba aportando a la franquicia con unos humillantes porcentajes de tiro y poca distribución del balón. Fue en este momento cuando la franquicia comenzó a moverse en el mercado, y en el trade deadline del febrero de 2015 trajeron a un Reggie Jackson que poco tenía que aportar a los Thunder, eclipsado por la figura de Russell Westbrook. Al finalizar la temporada, el ala-pívot Greg Monroe abandonaría la franquicia, y para reemplazarlo se draftea a Stanley Johnson, y traen a un Marcus Morris indignado en Phoenix.
Sin embargo, ¿Por qué decimos que estos Pistons son mejores? Esta frase, aunque pueda parecer un poco cuestionable, es más que obvio que tiene unos fuertes pilares que la sustentan, y podemos poner nombres a estas referencias:
El primero de todos, y el más importante, es la conversión de Andre Drummond en estrella de la liga. El pívot procedente de Uconn, centrado totalmente en su carrera deportiva, está protagonizando unos números de escándalo. A la llegada de Stan Van Gundy a la franquicia, el jugador promediaba unos 13.5 puntos por partido y otros 13,2 rebotes. Sin embargo, Dre ha aumentado esta cifra, posicionándose como un buen jugador defensivo, promediando actualmente unos alucinantes 15 rebotes por partido y otros 16,5 puntos, siendo más que obligatorio mencionar el hecho de que rebotea defensivamente 10 veces por partido, y roba 1,5 balones por partido. Sin duda alguna, Drummond se está proyectando como la gran estrella de estos Pistons.
El segundo hecho que ha refortalecido a la franquicia es el mercado de traspasos, ya que desde Diciembre de 2014, Stan Van Gundy ha realizado incorporaciones más que buenas a la franquicia. Recientemente, tenemos el ejemplo de Tobias Harris, que ha tardado poco en aclimatarse al partido, y está promediando 17,7 puntos por partido, ayudado en muchos de estos minutos por el segundo logro contractual del equipo, Marcus Morris, que está paliando la marcha de Monroe con sus 13,8 puntos por partido. Por último, se debe nombrar a las dos grandes joyas de la corona; Stanley Johnson y Reggie Jackson. El rookie no ha hecho otra coosa que aportar desde el banquillo, promediando 8,7 puntos y 4,2 rebotes desde el banquillo, mientras que Reggie, llegado en febrero de 2015, ha despejado cualquier tipo de duda sobre su calidad, repartiendo 6,2 asistencias y anotando 19,2 puntos por partido. Por otro lado, incorporaciones secundarias como la de Aron Baynes, o Anthony Tolliver, están sumando increíblemente junto a una segunda unidad que poco tiene que envidiar a la de la gran mayoría de equipos de la NBA, debido a su gran equilibrio, con la reciente inclusión en el roster de Reggie Bullock, que proporcionalmente equipara el poderío interior con el poderío exterior del banquillo de los Pistons, gracias a las actuaciones que últimamente ha estado realizando para el equipo.
Por último, y el más importante, es la vuelta a la identidad de los Pistons, el retorno a su ADN como franquicia de la NBA. El equipo, a pesar de su juventud e inexperiencia, se está consolidando como una gran apuesta de futuro, y en ello se asientan sus sólidos portentos en la pintura, y a los buenos tiradores que encontramos en la figura de Reggie Jackson y Kentavious Caldwell-Pope. Los chicos de Van Gundy están buscando encender a los más allegados al equipo, que habían desistido con la caída de ese gran equipo comandado por Billups y Wallace, mediante un estilo de juego que siempre ha gustado en Michigan, el del portento físico, como poseen Stanley Johnson o Drummond, como grandes referentes actuales. En estos dos jugadores deben verse reflejadas las figuras de los Wallace, o de Laimbeer y Mahorn, que sembraron el pánico en los rivales durante sus etapas correspondientes, y cada pareja de forma distinta, pero con un poder de intimidación similar.
Con estas bases que se han ido consolidando en la franquicia, es simplemente cuestión de tiempo que las cosas vuelvan a ser coser y cantar en Auburn Hills. Sin embargo, estos jóvenes jugadores no deben caer en la tentación, ya que a pesar de que se están haciendo muchas cosas bien en los Pistons, es cierto que Drummond y compañía flaquean por muchos costados. El primero de ellos es la defensa, que muchos partidos se va a paseo y no vuelve, como sucedió en el ya conocidísimo partido contra los Pelicans, donde unos confiados Pistons permitieron 59 puntos de Anthony Davis. Por otro lado, hay un ‘pero’ que preocupa mucho más en los aficionados del equipo, y es la inconsistencia que tiene. La defensa es un problema con el que se puede lidiar en la offseason, pero la inconsistencia es un problema que se aloja únicamente en la mente de los jugadores, y que debe ser mermado con máxima urgencia, o este prometedor equipo podría estancarse en temporadas «medianamente aceptables», dejando de lado una posible era de éxitos y títulos. Deben caer en el olvido por tanto estos últimos años, caracterizados por la mediocridad y una desesperada búsqueda por mantener el estilo en jugadores que no correspondían, como es el caso del ya nombrado Josh Smith.
Por ello, y como conclusión, es más que cierto que estos Pistons necesitan un poco más de tiempo de cocción, pero si las sensaciones se convierten en hechos, este equipo puede devolver la ilusión a una desmotivada afición que en los últimos años había estado dejando de asistir al Crystal Palace. Con este nuevo roster, las ya lejanas noches en las que el equipo de Michigan dominaba a sus rivales, y era un ‘lock’ en los playoffs, deben encontrar su revalida, en unos herederos más que válidos para optar a un título, aunque se antoja como necesaria ‘la llegada del quinto beatle’; el jugador clave que complete de forma definitiva a la plantilla, y que pueda aportar en cualquier momento del partido, como sucedió con Rasheed Wallace hace más de una década.